La escuela está que arde. Una palabra maldita, evaluación, ha movilizado a los docentes. El 8 de noviembre, 120.000 maestros tomaron las calles de Lisboa para protestar. En marzo se habían manifestado 100.000. Hay unanimidad al señalar el malestar: el Estatuto de la Carrera Docente, de 2007, que divide el profesorado entre maestros titulares y maestros a secas, a partir del balance del trabajo realizado los últimos siete años. Y muchos llevan más de 20. Una evaluación que valora más a quien ocupa un cargo que a quien imparte clases.
La ministra de Educación, Maria de Lurdes Rodrigues, bestia negra de los sindicatos, finalmente ha anunciado, después de un Consejo de Ministros extraordinario, que el Gobierno retira por un año los aspectos más cuestionados. La mejora de los resultados escolares y la reducción del absentismo escolar ya no son criterios obligatorios de valuación. Hace una semana, el Ministerio estimaba inconcebible no contemplar las notas de los alumnos a la hora de evaluar a los maestros. La presencia del evaluador en las clases, condición que la ministra considera esencial y que levanta ampollas, también desaparece, excepto para los que aspiren a la calificación máxima. Éstos sí tendrán que someterse a la observación del evaluador, lo que no deja de ser una práctica discriminatoria.
La ministra de Educación, Maria de Lurdes Rodrigues, bestia negra de los sindicatos, finalmente ha anunciado, después de un Consejo de Ministros extraordinario, que el Gobierno retira por un año los aspectos más cuestionados. La mejora de los resultados escolares y la reducción del absentismo escolar ya no son criterios obligatorios de valuación. Hace una semana, el Ministerio estimaba inconcebible no contemplar las notas de los alumnos a la hora de evaluar a los maestros. La presencia del evaluador en las clases, condición que la ministra considera esencial y que levanta ampollas, también desaparece, excepto para los que aspiren a la calificación máxima. Éstos sí tendrán que someterse a la observación del evaluador, lo que no deja de ser una práctica discriminatoria.
in El País
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