Poeta, crítico de arte e jornalista, Juan Manuel Roca é autor dos seguintes livros de poesia: Memoria del agua (1973); Luna de ciegos (1975); Los ladrones nocturnos (1977); Señal de cuervos (1979); Fabulario real (1980); Ciudadano de la noche (1989, 2001, 2003); Pavana con el diablo (1990); Prosa reunida (1993); La farmacia del ángel (1995); Tertulia de ausentes (1998); Teatro de sombras con César Vallejo (2002); Un violín para Chagall (2003 y 2004); Las hipótesis de Nadie (2005 y 2006); El ángel sitiado y otros poemas (2006); y Testamentos (2008).
Deixamos aqui alguns poemas do autor, que acaba de ver o seu livro Biblia de pobres contemplado com o IX Prémio Casa de América de Poesía Americana.
Días como agujas
Estoy tan solo, amor, que a mi cuarto
Sólo sube, peldaño tras peldaño,
La vieja escalera que traquea.
Canción del que fabrica los espejos
Fabrico espejos:
Al horror agrego más horror.
Más belleza a la belleza.
Llevo por la calle la luna de azogue:
El cielo se refleja en el espejo
Y los tejados bailan
Como un cuadro de Chagall.
Cuando el espejo entre en otra casa
Borrará los rostros conocidos,
Pues los espejos no narran su pasado,
No delatan antiguos moradores.
Algunos construyen cárceles,
Barrotes para jaulas.
Yo fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
El rock de los adioses
Con las guitarras de Wichi Nogueras
y Ramón Fernández Larrea
Y todos estos hombres que bailan
¿Van a morir? ¡Yeah!
Y los bárbaros que no llegan
Al poema del griego, ¿van a morir? ¡Oh, yeah!
Y el pájaro azul que me despierta
De la horrible pesadilla
En la que chapaleo ¿recubierto de lodo? ¡Yeah, yeah!
¿Y los niños, por Dios,
Los niños que vuelcan el cesto de sus voces
En medio de nuestra estúpida historia?
¡Sí, nena!
Y la luna rasurada y palmoteada con lavanda
Y la muchacha loca como los pájaros
Y los ríos donde la muerte se baña una y tres veces
Y las idiotas mañanitas de Dios
Y todos los poetas los engolados los puros
Los amorosos los solemnes y los piojosos
Todos los arrogantes y soberbios poetas
¿Van a morir? ¡Yeah! ¡Tres veces yeah!
Envuelto en la nada
Un cura me abofeteó en el patio del colegio porque no cantaba un himno, y mi mejilla, luego de 40 años, apenas regresa de aquella bofetada.
Vi en el giro de la mejilla hacia la izquierda el país que pudo ser, y en el giro a la derecha el encierro del sueño.
De regreso de la bofetada, ha empezado a holgar la casa como un sacón prestado. Sobra decir que sigo sin cantar el himno y la mano del cura al que nunca puse la otra mejilla está envuelta en la nada.
Deixamos aqui alguns poemas do autor, que acaba de ver o seu livro Biblia de pobres contemplado com o IX Prémio Casa de América de Poesía Americana.
Días como agujas
Estoy tan solo, amor, que a mi cuarto
Sólo sube, peldaño tras peldaño,
La vieja escalera que traquea.
Canción del que fabrica los espejos
Fabrico espejos:
Al horror agrego más horror.
Más belleza a la belleza.
Llevo por la calle la luna de azogue:
El cielo se refleja en el espejo
Y los tejados bailan
Como un cuadro de Chagall.
Cuando el espejo entre en otra casa
Borrará los rostros conocidos,
Pues los espejos no narran su pasado,
No delatan antiguos moradores.
Algunos construyen cárceles,
Barrotes para jaulas.
Yo fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
El rock de los adioses
Con las guitarras de Wichi Nogueras
y Ramón Fernández Larrea
Y todos estos hombres que bailan
¿Van a morir? ¡Yeah!
Y los bárbaros que no llegan
Al poema del griego, ¿van a morir? ¡Oh, yeah!
Y el pájaro azul que me despierta
De la horrible pesadilla
En la que chapaleo ¿recubierto de lodo? ¡Yeah, yeah!
¿Y los niños, por Dios,
Los niños que vuelcan el cesto de sus voces
En medio de nuestra estúpida historia?
¡Sí, nena!
Y la luna rasurada y palmoteada con lavanda
Y la muchacha loca como los pájaros
Y los ríos donde la muerte se baña una y tres veces
Y las idiotas mañanitas de Dios
Y todos los poetas los engolados los puros
Los amorosos los solemnes y los piojosos
Todos los arrogantes y soberbios poetas
¿Van a morir? ¡Yeah! ¡Tres veces yeah!
Envuelto en la nada
Un cura me abofeteó en el patio del colegio porque no cantaba un himno, y mi mejilla, luego de 40 años, apenas regresa de aquella bofetada.
Vi en el giro de la mejilla hacia la izquierda el país que pudo ser, y en el giro a la derecha el encierro del sueño.
De regreso de la bofetada, ha empezado a holgar la casa como un sacón prestado. Sobra decir que sigo sin cantar el himno y la mano del cura al que nunca puse la otra mejilla está envuelta en la nada.
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