23 setembro 2009

José Manuel Benítez Ariza

Las amigas

Es posible que sepan demasiado
de ti, después de tantos años, cuando
vuelven a la ciudad, tienen un título
o quizá un buen empleo y te presentan

a un tipo que se esfuerza por caer bien.
Y es que de nada sirve haber cambiado,
creerte algo más listo o tener una
docena de aventuras que contar,

para contrarrestar esta penosa
sensación de que sigues siendo el mismo
muchacho al que trataban con afecto

y una cierta distancia; de que son
cada vez más hermosas las amigas
y, me temo, también inalcanzables.

[in Casa en construcción, Renacimiento, 2007, p.124]


Los amigos

Si quisiera reunirlos en una fiesta -pienso
en una despedida, por ejemplo,
antes de un largo viaje-, posiblemente apenas
hablarían entre ellos, o tendrían
muy poco que decirse; y es fácil suponer
que el espacio previsto para el baile
o la conversación acabaría
irremisiblemente separándoles,
algo decepcionados, mientras yo
insisto en presentarlos, cuento anécdotas
que no vienen al caso
y les sirvo otra copa.
Pienso en cómo
los conocí, qué parte de mi vida
les pertenece, qué saben de mí
estos buenos amigos que no tienen
casi nada en común y representan,
sin saberlo, las vidas que soñé,
las que quiero olvidar, las que esa música
de fondo que yo sólo distingo de las voces
y las risas de la celebración
convoca para mí. Cómo han cambiado.
Cómo he cambiado yo, que no sé qué decirles,
cómo pedir disculpas por haber
mezclado todas las invitaciones,
por citarlos en tiempos, en lugares distintos,
con tipos que ellos creen que soy yo.

[idem, pp.73-74]

Outros poemas do autor: aqui.

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