16 junho 2010

Antonio Lucas

Génesis de la palabra

Vestida de desnudez, así naciste,
fundación de vida, aire y vuelo.

Eres corona o cima del deseo,
caverna misma de la infancia donde hubo vida un día,
antorchas de nostalgia,
champán,
pájaro en vilo,
y una flor de costumbre
semejante al amor,
en igual tempestad erguida,
con la misma ansiedad de nombrar el mundo.

Yo quiero que mi voz se eleve por tu espalda
en la danza del mar, donde todo es origen,
en la dulce deriva de la plata del sueño;
hacer contigo el ser del ser,
darte música y latido, esquinas de alegría,
darle forma a quien me besa.

No habrá espacio en que no estés,
no habrá tiempo ni rutina donde digo.
Como lechos nocturnos arderán reinos de niebla.
Será ahí, en el alba quieta de la madera hundida
donde posarás tu rayo absorto,
la energía de ese canto que alberga cuanto fuimos.

Si unís en desconcierto vuestros pechos,
si hacéis de vuestra sombra un sólo humo,
veréis en el esfuerzo la luz de lo aún no dicho:
la daga, la semilla, el ámbar, los metales...
el llanto de los niños con sol en la garganta,
el ultimo violín de la loucura,
los cien días de luto del mar cuando me ahoga.

Qué ardor entonces, qué eléctrica belleza:
evocar un nombre,
sumarle vida.

[in Las máscaras, DVD, 2004, págs. 59-60]

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